Detalle del castillo de popa de la famosa Coca de Mataró, un exvoto que muestra con gran exactitud la forma de construir los barco en el Mediterráneo durante el siglo XV.
En 1929, una pequeña maqueta de un barco de la primera mitad del siglo XV se puso a la venta en una galería de arte de New York. El modelo fue adquirido por un coleccionista de arte holandés que, a su vez, la cedió al Maritiem Museum Prins Hendrick de Rotterdam. En realidad, se trataba de un exvoto que colgaba del techo de la ermita de Sant Simó en Mataró, localidad costera situada en el litoral catalán, a 30 kilometros al noreste de Barcelona. Se desconoce la peripecia de su salida del territorio español y las vicisitudes que hicieron posible que llegara al mercado de arte de EE UU.
En 1980, se sometió a la pieza a una exhaustiva investigación arqueológica que incluyó una inspección endoscópica de su interior; ésta reveló un nivel de detalle sorprendente y la confirmación de que el modelo había sido realizado por un carpintero de ribera de la zona del litoral catalán, muy activa por aquella época en la construcción de barcos. El autor había reproducido fielmente la estructura de las naos de la época, por lo que el modelo adquirió un valor histórico excepcional: suponía la única reproducción tridimensional de una nave medieval existente hasta la fecha, y la primera de la historia desde los modelos fluviales de las tumbas egipcias. Los holandeses la denominaron "Coca de Mataró", pues las naos tuvieron poca expansión en el norte de Europa y se asemejaban a las cocas, aunque con algunas diferencias. En cambio, la de Mataró es una excelente muestra de nao evolucionada de la singular época en que éstas enarbolaban dos palos, circunstancia que sólo se dio en el Mediterráneo. Aunque el modelo posee tres palos, la investigación asegura que el trinquete fue añadido posteriormente, y que el primer modelista la creó con sólo el palo mayor y el de mesana. La Coca de Mataró significó un espectacular avance en el conocimiento de la construcción naval medieval, de la que hasta entonces no había habido evidencias definitivas debido a la falta de restos arquológicos. La coca muestra una popa redonda y una proa comparativamente aguda. El casco presenta 15 baos, salientes por el costado y 11 hiladas a ambos lados de la quilla con los tablones a tope, según el tradicional sistema de colocar las tablas unas a continuación de las otras unidas por sus extremos.
También pueden distinguirse las incipientes superestructuras de los castillos de proa y de popa, añadidas a la estructura del casco como un aditamento externo. Posteriormente, estos castillos se convertirían en auténticas plataformas artilleras en las carracas. Si se compara la Coca de Mataró con la Santa María del primer viaje de Colón, se pueden apreciar los cambios en la evolución del aparejo; en la Santa María, nao de la segunda mitad del siglo XV, aparecen el trinquete, una gavia sobre la mayor y una cebadera en el bauprés. Este aparejo constituiría la base sobre la que se desarrolló el velamen de los barcos oceánicos durante los tres siglos siguientes.
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