Las secciones a nivel de la cuaderna maestra de los barcos encontrados en Hjörtspring (siglo III a..C.), Nydam (300 d.C), Oseberg (800 d.C) y Gokstad (900 d.C.).
El sistema del tinglanillo, que supone la construcción de la tablazón de la nave a base de hiladas (filas de tablas) superpuestas -lo contrario que en el sistema mediterráneo, en el que las hiladas se empalman por los topes y bordes-, llegó a la perfección gracias a los víkingos. En el barco hallado en Hjörtspring, del siglo III a.C., se puede observar una estructura previa al tinglanillo. Esta estructura estaba construida con tablas de madera de tilo cosidas con mimbre de tejo y atadas a unas incipientes y ligeras cuadernas. Disponía de una rudimentaria quilla, especialmente concebida para poder ser arrastrada por la arena, y la estructura se completaba con 10 bancadas asentadas sobre puntales. Se trataba de una embarcación ligera diseñada para el asalto costero. En el barco de Nydam (300 d.C.) la tablazón se componía de cinco hiladas por banda, y la quilla estaba construida por una sola tabla de sección transversal en forma de T; este tipo de construcción se puede considerar como la base sobre la que se desarrolló la técnica nórdica del tinglanillo; proporcionaba estructuras muy sólidas, con una alta resistencia al quebranto, lo que permitió a estas embarcaciones afrontar retos marineros en la navegación de altura. El periodo culminante de su desarrollo llegó en los siglos IX y X, tal como demuestran los hallazgos arqueólogicos de Oseberg y Gokstad, en los que aparecieron dos barcos atribuidos a los años 800 y 900 respectivamente, que sirvieron de sepulcro a sus dueños. Son dos barcos muy deferentes, que confirman la existencia de la gran cantidad de modelos distintos que se fabricaban en Escandinavia, no sólo en cuanto a tamaño, sino también en estructura y diseño. Los expertos han llegado a la conclusión de que el barco de Oseberg es un Karfi o Karv, un tipo de nave que se puede considerar la primera embarcación de recreo de la historia, idónea para navegar en las abrigadas aguas de los fiordos, pero no para aventurarse en alta mar. La arboladura mostró que el problema de la vela no estaba aún solucionado: el palo estaba situado en un pequeño tintero a modo de carlinga, asentado sobre las dos cuadernas centrales y sujeto por otro palo más delgado; este palo se había roto y había sido reparado con grapas de hierro. Un análisis detenido del aparejo deja muy clara la imposibilidad de que una estructura como la de la arboladura del barco de Oseberg fuera capaz de sostener las fuertes tensiones provocadas por el velamen. El desarrollo de la vela tuvo lugar en la época del barco de Odeberg o, como mucho, de 50 a 100 años ; esto se puede apreciar claramente en el barco hallado en Gokstad, que muestra una solución fiable al problema de la arboladura. En pocos años, la producción de veleros oceánicos creció. El barco de Gokstad estaba construido totalmente en madera de roble y, con 23 m de eslora, era mayor que el barco de Oseberg. El maderamen presentaba 16 hiladas fijadas con remaches y calafateadas con cabo y pelo de animal embreados. El francobordo, de 1,8 m, también era más alto que el de Oseberg. La quilla era una pieza única, de 17 m de longitud, y estaba ligeramente curvada hacia abajo, de forma que la zona de mayor calado correspondía a la parte central del barco. Ello obedecía a la necesidad de reducir el quebranto, de aumentar la capacidad de flotación del casco y de facilitar la virada y la sensibilidad del timón. De los extremos de la quilla salían piezas de madera que ensamblaban la roda y el codaste. El palo, de 12,2 m de altura, soportaba una vela cuadrada y descansaba en una carlinga de una sola pieza de roble, amarrada a las cuatro cuadernas centrales. La sujección de la arboladura tenía en cuenta la compresión y los esfuerzos laterales.
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